Quiero comenzar esta reflexión, haciendo una puntualización en una pregunta que ha surgido en este trayecto cursado del Módulo 1. En efecto, la pregunta que sobrevuela es una especie de clave que desencadena todas las demás, y es ¿por qué evaluar?. Sin dudas, esta pregunta refiere a las intenciones y, a priori, parece fácil de responder pero hacerlo, implica posicionarse y adpotar un enfoque sobre todos los aspectos del acto de evaluar, sobre qué se evalúa, dónde se evalúa, quiénes lo harán y el contexto dónde se realiza.
Existen muchas definiciones sobre lo que es la evaluación, cada una, responde a una época y a distintas teorías didácticas.
Si nos enfocamos en la teoría constructivista, la evaluación es un proceso centrado en el estudiante y que tiene por objetivo, el de obtener información sobre el alcance o no de unos resultados de aprendizaje que se pretenden lograr, es decir, que la evaluación es otro de los elementos que componen el proceso de aprendizaje. En la medida en que un sujeto aprende, simultáneamente evalúa, discrimina, valora, critica, opina, razona, fundamenta, decide, enjuicia, opta entre lo que considera que tiene valor en sí y aquéllo que carece de él (Álvarez Méndez, 1996).
Desde este enfoque constructivista, evaluamos para obtener datos que nos permitirán comprobar hipótesis de acción con el fin de confirmarlas o de introducir modificaciones (Antúnez, 1996), es decir que la evaluación tiene una intención reguladora del proceso de aprendizaje y constituye una acción formativa donde el error, es una instancia para el aprendizaje. Las creencias acerca de la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación orientan, definen, valoran su sentido y no solo determinan lo que la evaluación “es”, sino lo que “debería ser”.
Este proceso de aprendizaje necesita de la implementación de metodologías en las que los contenidos abordados se pongan en juego en el mundo real. Se trata de aprender y hacer, de no separar el saber qué y el saber cómo (Perrenoud).
En este contexto, los instrumentos de evaluación deben estar alineados con los resultados del aprendizaje y con las actividades que se propongan, algo que vimos en el trayecto DADE, pues, “se requiere una evaluación congruente con la concepción del proceso de aprendizaje y el enfoque pedagógico adoptado.“ (Maggio, 2018).
El diseño del instrumento de evaluación que pongo a consideración como parte de la Actividad 1 del Módulo 1, se encuadra en el concepto de evaluación auténtica, que requiere que el estudiante integre sus conocimientos, habilidades y actitudes en la resolución de problemas que se le plantean y que implican muchas veces, requerimientos de diversas disciplinas (Monereo, 2009).
Según Capelletti, es importante adoptar un enfoque flexible con respecto al programa y privilegiar la resolución de problemas y el trabajo por proyectos como estrategia de enseñanza (Capelletti, 2018).
Para la actividad propuesta, he seleccionado como instrumento de evaluación, el portafolios de evidencias de aprendizaje, implementado a través de Google Drive, pues permite que el estudiante reúna una colección de trabajos desarrollados a lo largo de un período de tiempo y considero que se adapta para evaluar conocimientos, habilidades y actitudes bajo una metodología ABP (Aprendizaje Basado en Problemas).
Para finalizar, comparto un video sobre cómo elaborar portafolios de evidencias de aprendizaje, elaborado por INTEF.
Gracias Osvaldo por compartir tu reflexión. Pronto recibirás mi devolución en la plataforma.
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Elisabeth